El mal manejo de la infraestructura hídrica de Venezuela por largo tiempo está plagado de contaminación, fugas y cortes periódicos, pero el presidente Nicolás Maduro ha culpado de la grave escasez reciente al sabotaje de las fuerzas de la oposición. Una importante falla en la red eléctrica detuvo el funcionamiento de vitales estaciones de bombeo en toda la nación en 2019, dejando a los venezolanos enfrentando largas filas en los pozos y en los camiones cisterna para obtener agua limpia. Los recursos hídricos son robustos en el sureste de Venezuela, pero el área es el hogar de sólo el 10% de la población – sólo el 15% de los recursos hídricos están en el norte urbanizado. La escasez ha llevado a muchos a almacenar y reutilizar el agua sucia para las tareas cotidianas. El empeoramiento de la crisis económica y las sequías amenazan tanto los embalses locales como la red de energía hidroeléctrica de la nación.
Los analistas proyectan que unos 20 millones de venezolanos han perdido el acceso al agua o han sufrido escasez de agua este año, lo que refleja la falta de inversión y la mala administración del sistema de agua del país. Ya no se publican estadísticas gubernamentales actualizadas sobre la calidad y disponibilidad del agua, lo que refleja el apagón general de datos en la administración de Maduro. La gestión del agua está muy descentralizada: los municipios de Venezuela y las juntas comunitarias de agua supervisan el suministro de agua y el saneamiento, como se estipula en la Constitución de 1999. A nivel federal, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales gestiona los recursos hídricos.
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